martes, enero 24, 2006
Mercado emocional
Hay cosas que me espantan la vista, la peor de ellas, es ver esa lucecita pupilar en la expresión de alguien cuando ve algo que desea y no es suyo. Es una lucecita chispeante que tiene la capacidad de transtornar a una persona y poner a funcionar sus más hábiles armas para llegar al objetivo. Si sólo habláramos de cuestiones materiales la cosa no me preocuparía, pero en este caso me refiero a algo más suculento y aparentemente más accesible: los sentimientos. No soy persona de juzgar la conducta de los demás, pero sí estoy alerta ante el peligro, el peligro de ver en los demás una agresividad disfrazada de inspiración inteligente para conseguir deseos materiales y emocionales que no son más ke un mobiliario eventual en el hueco de las carencias afectivas. Si añadimos todo esto a que te saquen de tus casillas, que te empujen de tu sitio a toda costa, la situación me sobrepasa. A mí me han educado en el contexto de que compartir es disfrutar, una interacción social en la que las buenas intenciones son la base del producto final: que todos estemos contentos. Un "toma y daca" en el que ambas partes pierden pero también ambas partes ganan, en definitiva, un acto recíproco entre iguales. ¿Es irónico que tratemos de ser iguales en una sociedad potenciada en marcar niveles, en destacar para etiquetarnos como originales y ser valorizados en el mercado de los sentimientos como únicas y especiales?. Esta competitividad nada tiene que ver con ser la más guapa, ni la más lista, ni la más sexual e impetuosa, sino con estar bien vestida por dentro, y esta clase de textil no se encuentra en las rutas de shopping, sino que estos patronajes se encuentran en los grandes almacenes de la educación femenina en referencia al amor y las relaciones de pareja ideales. Estamos abaratando nuestro vestuario interior cuando creemos que hemos accedido a una nueva pieza para nuestro armario sentimental cuando ganamos compitiendo por la atención de alguien que nos atrae y que en esos momentos no es accesible porque sus sentimientos pertenecen a otra persona. La competición afectiva en el robo del cariño de otros es sólo un guión mal expresado en un contexto que nada tiene que ver con el amor, sino con el valor de amarnos a nosotros mismos. Estoy cansada de que revaloricemos nuestra autoestima en comparación a lo que tienen los demás y lo que no tenemos nosotros y que en vez de preguntarnos porqué y qué nos frena a conseguir nuestros sueños, compitamos por eliminar al que está en frente para obtener un mayor espacio de...posesión. ¿No sería más fácil compartir nuestros miedos y nuestros dones en vez de ocultarlos y en consecuenica pagar con los demás nuestras frustraciones? Por eso te digo, querida amiga, te regalo un consejo: la próxima vez se más elegante contigo misma y no desprecies a alguien porque metida ya en el juego trate de hacerlo limpiamente. El descaro y la descortesía sólo te hacen más vulnerable. No eres más lista porque obtengas más puntos. Con cada punto que llena tus arcas de frustración no haces más que llenar tus sacas de logros malintencionados que terminan pudriéndose y después no te quedan fuerzas ni para limpiar tu sacas ni para levantar la cabeza y pedir ayuda, porque estás asfixiada en tu odio a ti misma. Si te preguntas porqué no adelgazas por más que tomas ensaladitas y sudas en el gimnasio, te daré la solución: empieza a vaciar todo el espacio de ti misma que está a rebosar de envidia y rencor y deja de alimentar a las polillas que llevas en tu armario interior, que esas si que son las que te devoran el encaje del que te gusta vestirte.
Kiss!
Posted by The UNLIMITED EDITION ::
3:22 p. m. ::
17 Comments:
Post a Comment
---------------oOo---------------
|
|