La pegatina roja en el cristal de la cabina de expedición de tickets lo ponía bien claro: "La compra de estos billetes no admite enseres personales en el trayecto, deshágase usted de todo bulto emocional antes de despegar". Acostumbrada a llegar tarde a los mejores momentos, salté sobre las manillas de mi reloj y desde entonces me veo envuelta en la aventura de la vida.
Había sido un despertar nuevo, en una desconocida ciudad. Para mi suerte esta vez no me había equivocado de ruta y cómo cada miércoles, durante meses, esperaba la cita con mi escultor mental. Si de arte y belleza se alimenta la sensibilidad, de aire y nuevos caminos se nutren nuestras ideas. ¿El sumum en el camino? Las caminatas por adoquines de azúcar en compañía de sátiros y musas de la libertad.
Desde entonces me hice adicta a mis propias sensaciones, para nunca más volver a dejarme llevar por aquellos que aprovechando mis estados de confusión aprovecharon para succionar de mi positividad, dejándome sin energías para conocer y disfrutar de mi propia vida. Voy a trazar el compás de mi coreografía vital dibujando de sonrisas la espuma del mar.
Hoy hace un año de la apertura de
IL TroCcaDerO, una taquilla virtual de mis pensamientos que tras comenzar como una terapia para sanear mi introversión en lo que se refiere a exteriorizar una parte de mí misma, se ha terminando desarrollando como una fenomal vía de comunicación con todos vosotros, compartiendo nuestras sensaciones a través de la red.
¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
KiSS!!